Desde que se desbocaron los ríos, muchos de nuestros municipios viven en una pesadilla cubierta de lodo. La catástrofe ha herido también a nuestras sociedades musicales. Se han perdido salas de ensayo con todo su instrumental, escuelas de música, auditorios y archivos históricos que contenían auténticos tesoros, como partituras centenarias.
En medio del dolor brotó la solidaridad. Al grito de auxilio acudieron sin pensarlo las agrupaciones de la Comunitat Valenciana, de toda España y parte de Europa. Desde que ocurrió la tragedia hemos recibido también una emocionante respuesta de empresas, de asociaciones y de todo el público.
Por combatir a nuestro lado el silencio que deja la catástrofe.
Por ayudarnos a recuperar nuestros pueblos y nuestras sociedades musicales.
Por hacernos saber que en esta tierra la música nunca dejará de sonar.
En este Día del Voluntariado: gracias, de corazón.